La nueva Era

May 07, 2020

Tras la llegada del huracán Covid19, y no parece que su tendencia sea la rápida extinción, se adivinan una serie de novedades.

Algunas de ellas las estamos utilizando casi a diario con la llegada del confinamiento: las vídeo conferencias y las vídeo consultas. Estas últimas han incrementado su uso, hasta ahora casi testimonial, hasta un 70%*. Esto nos hace pensar que la tecnología será el núcleo alrededor del cual todos los cambios se van a articular a partir de este momento. Y la lógica en este sentido es aplastante. Las distancias ya no solo son transoceánicas o kilométricas, ahora son de obligado cumplimiento en 1 metro al menos.

¿Cuánto tiempo vamos a poder soportar esta imposición sanitaria? El tiempo nos dará la respuesta.

Es obvio que la tecnología avanza y más en el ámbito sanitario y gracias o debido al imprevisto acelerador con nombre COVID19.

Pero aún con estos claros mensajes, mensajes que han llevado a la mayoría a vaticinar un futuro exclusivamente tecnológico, mi opinión difiere bastante. Estoy convencido de que la nueva era no irá por el camino que todos pueden fácilmente pronosticar. Quiero decir que discrepo de la afirmación de que la nueva era estará dominada casi en exclusiva por la tecnología y/o digitalización. Parece que los árboles no nos dejan ver el bosque. Parece que siempre dirigimos la mirada a aquello basado en ceros y unos. Parece que no somos capaces de ver, que lo más obvio, que en este caso es lo más “sencillo”, sea lo que puede convertirse en el estandarte de los nuevos tiempos. Es cierto el imparable e innegable avance tecnológico, la necesidad de estar conectados mediante una pantalla en tiempo real, los escenarios “tecnoenredados” que los gurús han imaginado.

Seamos más cercanos y humildes, aunque puedan tildarnos de poco imaginativos o simplistas.

Reconozcamos el valor de lo que ya existe.

Eso sí, no es “nuevo” y ahí radica el desprecio y la imposibilidad de convertirse en una herramienta fundamental para el comienzo de esta nueva era.

Hablo de un mecanismo tan sencillo y antiguo como es una mascarilla.

Podemos afirmar que los sistemas y dispositivos tecnológicos nos han ayudado a sobrellevar esta situación permitiendo la comunicación constante entre todos los afectados por esta pandemia, pero solo si admitimos, además, que otros elementos, menos glamourosos y analógicos han salvado muchas vidas.

Todos, sin quererlo, nos hemos convertido en las últimas semanas, en grandes expertos en mascarillas quirúrgicas o de celulosa, las FFP2 o FFP3, y por supuesto, las textiles. En el mercado somos capaces de encontrar mascarillas de colores, con estampados, para niños, de lujo con pedrería, de diversas marcas…

Y ¿Por qué no continuar?

Me imagino, si aún no se ha hecho, mascarillas de verano y de invierno, mascarillas para hacer deporte sin tener que soportar la sensación de falta de aire, mascarillas con sujeciones que no creen molestias en las orejas, ni roces, mascarillas fáciles de colocar, mascarillas con pinganillo integrado y micrófono para poder utilizar el modo manos libres cuando hables por el móvil, mascarillas con la forma de una sonrisa, con dientes impresos, de boca tristona y por supuesto, de infinidad de colores para poder combinar con tus zapatillas, pantalones, faldas, como cualquier complemento de moda.

Imaginemos mascarillas transparentes o en formato spray (como los apósitos), las biodegradables, reciclables, olorosas, las auto-desinfectantes, mascarillas inteligentes que detectan los virus y aumentan o disminuyen su temperatura con el fin de destruirlos…. la lista puede ser interminable y en cuanto a los guantes, las batas, las gafas, las calzas sucede lo mismo, al final se hace necesaria la combinación de tecnología con elementos tradicionales.

Las herramientas y modelos heredados deberían ser mejorados y nunca menospreciados, adaptándolos a los tiempos que se avecinan.

No podemos seguir encerrados, manteniendo las distancias porque nuestra naturaleza es otra: nos estamos cansando de las vídeo conferencias, queremos respirar aire puro, queremos relacionarnos. Pero además somos coquetos, de manera que para poder juntarnos y compartir charlas en el bar tendremos que prepararnos y la forma más asequible y sencilla es el uso de la mascarilla.

La era digital debe reconducir su trayectoria e incorporar elementos tradicionales y reinterpretar modelos pasados para ponerse exclusivamente al servicio del hombre. Quizás la nueva era no sea muy diferente de la anterior.

Bienvenida la nueva Era.

 

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Doctor Dixit

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